sábado, 29 de mayo de 2010

Un mundo sin liderazgo III

Cuando los liderazgo en las diferentes esferas de la sociedad se vuelven decadentes por sus errores y falta de autoridad moral, es el campo propicio para engendrar una nueva generación de líderes, que deberán de enfrentarse a los poderes establecidos que buscan su permanencia hasta el último momento en sus posiciones de privilegio.
Esta lucha provoca una polarización que desgasta a ambos bandos y no siempre triunfan los nuevos liderazgos o mejor dicho casi nunca logran el éxito, en primer lugar porque las élites asentadas en los aparatos de poder cuentan con mayores recursos y eso les permite entablar una lucha desigual; segundo los nuevos liderazgos tienen que pelear en dos frentes: por un lado contra la casta dominante, y el otro contra la gran masa poblacional que en su mayoría aboga por el status quo y su "estado de confort" (mediocridad en pleno).
La lucha por el derribe de formas arcaicas y corruptas que dirigen al país, se manifiesta también en una lucha de clases que es atenuada por los aparatos ideológicos de la dominación, lo cual vuelve a poner en desventaja porque son estas grandes masas de clase medieros aspiracionistas, proletarios y desposeídos los que impiden el ascenso de nuevos líderes, en muchos por colaboracionismo en espera de algunas migajas como recompensa, en otras por celo propio de la naturaleza human y en muchas ocasiones por el miedo al cambio.