lunes, 16 de noviembre de 2009

La Caída del Muro de Berlín


Introducción
Hablar del muro de Berlín y su caída parecería ser algo muy obvio si yo fuera alemán o quizás europeo, tal vez podría ser muy congruente si quizás estuviera estudiando en alguna institución lengua, cultura e historia alemana, pero no lleno ninguno de los requisitos anteriores, vivo en un país alejado del centro de Europa, en el sur, (tal vez para algunos mi casa esta en la periferia del mundo occidental), en México, un país muy diferente a lo que es Alemania y Europa, pero lo que ahí sucedió el 9 de noviembre 1989 tuvo un trascendental para todo el mundo.
De ahí que el objetivo de este ensayo tenga como pretensión elucidar desde este lado del planeta, que es lo que ha pasado desde que cayo el muro de Berlín, pero no en cuanto a hechos históricos que por demás ya están compendiados en los libros de historia contemporánea sino mas bien, lo que ha sucedido en las mentes de muchos que seguimos admirando ese acontecimiento sin igual y porque este acto se convirtió para muchas generaciones en el punto de partida para un nuevo mundo, lleno de claroscuros, dramas y melodramas, así de esta manera sostendré en este ensayo que el simbolismo libertario de la caída del muro de Berlín ya no pertenece solamente a Alemania sino también a todos los hombres y mujeres del planeta que están convencidos de que la libertad, el bien así como la justicia irremediablemente triunfarán.

Berlín y México en el fin de siglo
El siglo XX fue azaroso, terrible, lleno de sorpresas y excesos pareciera que quisimos vivir muchos siglos en uno. La civilización como si fuera un titán se come a sus propias creaciones en la vorágine de la guerra, del terror, odio, pobreza, no basto la última guerra mundial para que de nueva cuenta el mundo buscara dividirse, siendo Berlín el epicentro de esta división, el mundo del socialismo real se torna en tiranía y el sueño de igualdad queda atrapado no en 45 kilómetros de muro, sino en millones de kilómetros que recorren toda la tierra.
La ciudad que visitara Alexander Von Humboldt a principios del siglo XIX y que llamaría la “ciudad de los palacios”, en ese fin de década de los ochenta, para bien comparte un poco de la buena suerte de Berlín, la ciudad de México y el resto del país están desde un año antes en plena efervescencia política, es el momento de transitar a la democracia, si Europa desvanece sus cicatrices, ¿por qué nosotros no podríamos romper el status quo que emano de la revolución mexicana?
Así emprendimos la búsqueda de un país y un mundo mas libre y déjenme hacer un breve comentario con respecto a la libertad, ya que mucho se habla de su naturaleza, forma, sabor, olor y preferencias, así que primero diré que la libertad no es viento, es luz que se expande a la velocidad que le es propia, y esta luz penetra al espíritu humano, que la traduce en obra que construye, en vida que enaltece, en esperanza que mantiene la lucha de manera inquebrantable, así que no es raro que si un pueblo emprende la búsqueda de lo que es correcto, estas acciones se expandan e influyan a otros pueblos, aún cuando estén lejos en distancia mas no en ideas.
El entusiasmo por derribar la barrera que divide es contagioso, el mundo y México cambian de manera vertiginosa, es claro que una nueva era había empezado, las nuevas generaciones ya no vivirían en la dicotomía que existió en la “guerra fría,” pero ahora el problema era y es que hacer con nuestra libertad, el reto era hacer que el die Wende se convirtiera en acción positiva para toda la humanidad
Las escenas de miles de berlineses derrumbando el muro con picos, y mazos es impactante para los que estamos aquí y se manifiesta e interpreta de diversas maneras en nuestras mentes: es asombro en algunos, para muchos otros espejismo, unos tantos tienen temor del capitalismo triunfante que ahora no tendrá contrapeso, pero aún así es mejor la incertidumbre del futuro a tener que soportar un horizonte que si tiene fin: un muro gris lleno de trampas, alambres y puestos de guardias, quizás el Mefisto de Goethe nos ofrece al igual que lo hizo con Fausto ponerse a nuestro servicio para obtener felicidad, pero ¿qué pedirá? quizás obediencia ciega al nuevo orden mundial que se avecinaba.
El riesgo que se avecina es grande pero bien lo vale ya diría acertadamente el Quijote a su escudero “la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. Si el muro pudo caer mil muros también caerán.
El optimismo llego pero ¿reamente nuestros sueños de libertad se lograron? No definitivamente no, pero creo que el camino hacia lo bueno y correcto siempre es azaroso, es una terca insistencia de luchar contra las historias de opresión que son las que predominan a lo largo de la vida de nuestra especie, Berlín se transforma para convertirse en una ciudad cosmopolita, su belleza mítica se vuelve mas clara, nítida, pero no porque tenga hermosos edificios o monumentos, sino porque por fin las puertas de Brandemburgo están abiertas para todos, el aire ya no es gris, es azul infinito, es el éter de los antiguos filósofos, que inunda el ambiente y que da vida a todos y a todo.

Derrumbe y libertad
El mundo cambio, tal vez no muy bien para los que vivimos en la periferia; los que vimos la fiesta desde lejos el mundo aún tiene que mejorar. Ahora muchos de nosotros tenemos cosas que ni Julio Verme imagino, tenemos internet, teléfonos portátiles, cámara digitales, televisión por clave con mas de doscientos canales las 24 horas del día, hornos de microondas, recorremos distancias que antes se hacían en días o meses, ahora las hacemos en cuestión de horas y en condiciones de comodidad inimaginables, tenemos aparatos que todo el día pueden estar reproduciendo música, en una cajita de unos cuantos centímetros podemos guardar y reproducir mas de tres mil melodías con todo y orquesta.
Pareciera que cada martillazo que se dio para derrumbar el muro tuviera una vibración que se fue expandiendo por el mundo, en la mayoría de los casos tuvo una reacción positiva porque incluso las dictaduras en América latina cayeron, la democracia que vivíamos tan sólo en los discursos se fue tornando material, hasta nuestra relación con los Estados Unidos empezó en primera instancia a mejorar (conste que sólo digo que al principio), al fin la paz perpetua que propuso Immanuel Kant se haría una realidad, pero parece que la simple caída no fue suficiente, quizás esa es la gran deuda de Alemania con el mundo que sigue en lucha por un mejor porvenir: el liderazgo, (y que quede claro que no es reproche).
El mundo que esperábamos los que en ese entonces éramos adolescentes se cayo al ver en unos cuantos años después la primera guerra televisada en vivo y en directo, la guerra y su horror salía por las noches en el noticiario de moda. El mundo libre y las democracias se aliaban para luchar contra un país periférico, pero no sólo una sino dos veces, ¿realmente era una causa justa? ¿El terrorismo no será acaso producto de los muros que los poderosos han construido para mantener a los muchos empobrecidos y marginados del bienestar?
La guerra de los Balcanes también nos enseñaron que la convivencia prolongada de pueblos “distintos” no es suficiente para apagar los odios de violencia étnica (casi fratricida), pero esta lección nos obliga a pensar que si bien hay muchas cosa que nos pueden dividir, es indispensable creer que hay mas cosas que nos pueden unir, debemos acostumbrarnos a tener esperanza como especie, que no todo se ha perdido.
La caída del muro de Berlín fue la señal para emprender la lucha por la libertad, pero no la que viene definida en los libros de ciencia política o de sociología, (ya en líneas anteriores dicho una de sus cualidades) sino de la libertad que vivimos a diario, la que se manifiesta en un beso tierno y suave, en un abrazo caluroso y a veces algo empalagoso, la libertad es tener una mano que apretar, un olor a dulce perfume que te recuerda a tu amor. La libertad es bailar no en la pista de baile, sino en la mente, es jugar a la locura, a declararte siempre joven, y proclamar por tus soberanas ganas que estas enamorado de la vida y de tus semejantes.
El muro dividió, su caída libero, pero todavía no unifica al mundo, no es suficiente que nos pongamos el gorro frigio para poder proclamarlos libertos, es necesario que la diosa Niké que vive en las alturas de una columna en Berlín, ahora, more en nuestras conciencias, que su aliento triunfador nos impulse a la búsqueda de la verdad, la libertad y el amor. Parece utópico pero no lo es. Los grandes logros de la humanidad se han construido en los sueños, diseñado en las palabras, materializado en el quehacer diario, inagotable, con ritmo constante y decidido.
El fin de la guerra fría nos permitió ver el mundo sin color o parentesco ideológico, ya no seríamos comunistas o fascistas, los adjetivos del pasado ahí quedaron en las sombras, pero debemos evitar que nuevas “etiquetas” surjan para mal de la humanidad. Ahora la división es entre pobres y ricos, entre sanos y enfermos, entre jóvenes y viejos, terroristas versus mundo libre, occidente contra oriente, siempre hay un enemigo, el otro.
Los sistemas autoritarios que surgieron de la Segunda Guerra Mundial idearon el muro antifascista, ahora, las democracias avanzadas construyen muros para detener la migración que viene de las regiones pobres del mundo, nuestros vecinos del norte comercian mercancías con nosotros pero construyen muros para evitar que pasemos a compartir el sueño americano, por otro lado nuestro gobierno da trato deplorable a los centroamericanos que llegan a la frontera del sur, pareciera que la sinrazón gobierna el corazón de los hombres, pedimos justicia por un lado pero por otro cometemos injusticia. Derribamos muros pero construimos otros.
Ahora los ricos construyen ciudades amuralladas, desde sus balcones ven sus hermosos jardines verdes y bien cuidados, pero si alargan un poco más la mirada, observaran a lo lejos los muchos pobres que hay, no podemos ni debemos dejar que nuevos muros se levanten.
Aquí los peores muros son los de la ignorancia y la pobreza, miles de niños en México viven bajo estas dos circunstancias, pareciera que el Berlín reprimido, pretendiera subsistir, pero ahora en pequeños multiplicados muros de odio y retraso, es nuestra obligación como ciudadanos combatirlos y derribarlos.
El Presidente Kennedy en su famoso discurso del 26 de Junior de 1963 termino diciendo “yo soy un berlinés,” mas allá de las razones políticas que pudo tener para decir esa frase, yo la hago mía en esta conmemoración, como muchos otros lo hacen y tal vez con mas fervor, ya que el Berlín dividido se ha transportado a muchos partes del planeta, pero también el Berlín libre y el deseo que nos infunde a redimir los errores del pasado.
Es menester insisto luchar aquí, (en la tierra de las grandes culturas indígenas, aquí donde crece la raza cósmica de Vasconcelos, en el mestizo que es criollo e indio, donde nuestro espíritu habla por todos), por una vida sin muros, es necesario salvar a nuestros jóvenes y niños de la desesperación, y miseria, estamos a tiempo (antes de que tal vez nunca sepan donde esta Berlín) de mejorar su calidad de vida, para que nunca mas nadie levante un muro, pero si así fuese, esperemos que haya miles de berlineses que salgan espontáneamente a derribarlo.

Conclusión
La vida humana es multidimensional, a veces atemporal, disonante y al mismo tiempo armónica, es como los cuentos de Cortázar, no sabe uno con precisión donde termina su historia y comienza la de otro, tal vez Berlín si existe y mi ensayo y yo somos un sueño, nunca he pisado sus calles, ni visitado sus museos, ni apreciado en persona sus monumentos, a lo mucho los he visto en páginas de internet y en alguna enciclopedia monográfica, sin embargo el muro que existía a mi también me indignaba, me lastimaba como herida profunda, podría ser que esa pared no estaba sólo en Berlín,.
Quizás siempre estuvo en todas partes y lo único que cayo fue un pequeño tramo, el mas representativo, pero, mientras escribo estas líneas mi entendimiento se aclara, si existo la justicia el amor y la libertad también: No es necesario que mi cuerpo físico, haya estado o tenga que estar en Berlín para comprender su simbolismo o ratificar su existencia y la mía, creo que la epopeya que ahí se emprendió es ejemplo de valentía, unión, libertad, y vaya que son reales. Los seres humanos somos uno, con el pequeño defecto de que estamos separados por miles de kilómetros, pero comparados con la riqueza de nuestras ideas, no son nada, y nosotros somos todo, entonces la historia de Berlín y su liberación, esta mas cerca de lo que podemos imaginar.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Historia de un amor I

La ciudad de Ilíon se derrumba en pedazos, quien iba a creer que los malditos aqueos, entrarían en nuestra ciudad inexpugnable, todo ha sido desgracia desde la muerte de Héctor, todavía puedo recordar sus gritos de dolor cuando cayó ante Aquiles " el matador de Hombres", pero esta noche cuando pasemos a la historia, él vendrá con nosotros al profundo Tántalo y nuestro heroe será vengado.
Mientras tanto a ella, no la he podido ver, pero antes de que yo también sucumba ante la cimitarra y lanza de Odiseo, los dioses me dieron el don de la clarividencia y la inmortalidad, se que ella huira con el grupo del valiente Eneas, así será parte de la fundación de un nuevo imperio mucho mas grande que todas las ciudades del Peloponeso, mas digno y suntuoso que los palacios de los Persas. Este imperio sera la base de un mundo que es tan lejano que mis dones de clarividencia otorgados por Apolo, no alcanzan a ver ese reino.
Mientras nos hundimos en la penumbra, yo espero pacientemente la muerte en batalla, recuerdo como disfrutaba caminar al lado de ella, como si pudiéramos flotar sobre los muros. Recuerdo como me miraba cuando me dedicaba a domar los caballos, (no en balde los troyanos tenemos el sobrenombre de domadores de caballos), parecía que en sus ojos cabía el mundo entero.
Antes de morir se que voy a reencarnar y quizás ahí, en esa vida podre vivir mi amor.